La nueva
era de la medicina preventiva: la Nutrición Ortomolecular
Por: Sandra
Farré Schneider
DATOS DE LA AUTORA:
Nombre:
Sandra Farré Schneider
Actualmente reside en la Republica de Chile.
Teléfono: 087102591, en Chile.
Skipe: nutriorto9.
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Diversas
organizaciones como la reconocida Organización Mundial de la Salud alertan sobre
la situación de salud mundial caracterizada por el aumento en la incidencia de
enfermedades crónico-degenerativas como es el caso de la diabetes, las
enfermedades cardiovasculares, la artritis, el cáncer y el sobrepeso y obesidad.
Todos hemos sido testigos del incremento de la esperanza de vida en la mayoría
de países desarrollados, cuyas pirámides poblacionales forman una pirámide
invertida. No obstante, lejos de ser una ventaja, debemos trabajar en aportar
una calidad de vida superior en esta etapa de nuestras vidas, caracterizada,
actualmente, por el reinado de una deteriorada salud y un sufrimiento crónico.
Es prioritario cambiar el concepto médico y no dar más años a la vida, sino dar
más vida al paso de los años.
Si analizamos el modelo biomédico, este se basa en abordar la enfermedad desde
la óptica de sus síntomas y signos clínicos con el fin de diseñar un tratamiento
que module y/o suprima los mismos. La Nutrición Ortomolecular, en cambio, se
basa en el conocimiento molecular y funcionamiento celular, así como en
descubrir los motivos que pueden originar la pérdida del control celular y
comportar los síntomas y signos propios de la enfermedad presente. De esta
manera, la Nutrición Ortomolecular quiere atacar las verdaderas causas del
trastorno y así aportar una salud óptima al organismo en general. En este estado
supremo de salud y bienestar en todos los campos (emocional, psicológico y
físico) el organismo está preparado para protegerse frente a las adversidades a
las cuales se enfrenta día a día.
La Nutrición Ortomolecular nació el 19 de abril 1968 cuando el Dr. Linus Pauling
utilizó ese término en un artículo publicado en el Journal Science. Se inició un
nuevo enfoque de la nutrición en la salud y la enfermedad. El Dr. Pauling nació
en Oregón (EUA) en 1901, en 1949 fue nombrado presidente de la Sociedad Química
Americana y recibió el Premio Nobel en dos ocasiones: en 1954 le fue otorgado el
Premio Nobel de Química por su labor en la introducción de la mecánica cuántica
en la química atómica y en 1962 recibió el Premio Nobel de la Paz gracias a su
lucha contra el desarrollo del armamento nuclear.
Linus Pauling es considerado el padre de la Nutrición Ortomolecular gracias a
sus investigaciones sobre el efecto de determinadas vitaminas en diferentes
enfermedades mentales. Utilizó el término “ortomolecular” con una intención
clara: “orthos” significa “correcto” o “justo”, de esta manera la definió como
una terapia basada en mantener una buena salud y tratar las enfermedades
existentes mediante la corrección de las concentraciones de las sustancias
naturalmente presentes en el cuerpo humano, obteniendo así un nivel óptimo de
las mismas.
A partir de ese momento, se sumaron otros científicos en la investigación de
esta área innovadora de la medicina. Apareció el concepto de la Individualidad
bioquímica por primera vez gracias a los químicos norteamericanos Robert y Roger
Williams; se empezó a utilizar la terapia megavitamínica con vitamina B3 y
vitamina C en la esquizofrenia en 1966 con los psiquiatras Hoffer y Osmond, y en
1971 se utilizó en enfermos con esclerosis múltiple por parte de los doctores
Cheraskin y Ringdorf. En Europa, por otra parte, también destacaron excelentes
profesionales como Catherine Kousmine, Jean Seignalet, Philippe-Gaston Besson,
Luc Moudon y Claude Lagarde.
La Nutrición Ortomolecular es un admirable recurso de tratamiento en
prácticamente cualquier patología, inocuo y con gran respeto hacia la naturaleza
humana. Lo más importante a destacar es el reequilibrio de nuestras funciones
vitales obtenidas, beneficio que nos permite gozar de la mejor salud posible,
siendo esta nuestra mejor arma para prevenir enfermedades. No esperemos a tener
que curarnos, comencemos ahora a prevenirnos.
Para llevar a cabo una
eficaz medicina preventiva debemos investigar sobre los factores de riesgo de
las enfermedades crónicas así como entender el proceso de envejecimiento.
El envejecimiento es un
proceso basado, por una parte, en el factor genético y, por otra, en el factor
ambiental, en el que debemos incluir el estilo de vida, factores emocionales, el
estrés físico y mental, la contaminación ambiental y los importantes hábitos
alimentarios.
Numerosas teorías
intentan explicar por sí solas el proceso de envejecimiento, no obstante, es un
fenómeno multifactorial y complejo. Mientras que la herencia genética influye en
un 25% aproximadamente en la condición salud/enfermedad, los estilos de vida
tienen una influencia superior al 50%.
Dentro de ese 50%,
existen varios factores que aceleran el proceso de envejecimiento. En primer
lugar, tenemos la exposición tóxica a toxinas de origen externo como los
pesticidias, los plaguicidas, los aditivos químicos en los alimentos, los humos
químicos y la contaminación ambiental. En segundo lugar, la producción de
endotoxinas que principalmente se originan en el tracto gastrointestinal como
nitrosaminas, amoniaco, ácidos biliares o metabolitos resultantes de productos
animales. Por último, la producción de radicales libres como los superóxidos,
hidroxilos, aldehidos y alquilos. Este último factor ha sido considerado una de
las principales causas del deterioro de nuestra salud mediante el estrés
oxidativo que comporta, el cual se ha relacionado con muchas de las enfermedades
tan comunes en la actualidad.
La producción de radicales libres es un fenómeno normal y esencial para el
metabolismo celular. Los radicales libres son productos reactivos del
metabolismo formados por átomos con electrones impares en su última órbita,
altamente reactivos. Ante su necesidad de volverse estables inician reacciones
en cadena que lesionan estructuras celulares, causando mutaciones en el DNA
(principal factor en el desarrollo del cáncer), daño proteico (relacionado con
enfermedades del sistema inmunitario) y peroxidación lipídica (causante de
procesos inflamatorios y degenerativos).
La mitocondria es la
principal fuente intracelular de radicales libres. Entre un 2 y un 5% del
oxígeno utilizado en el metabolismo aeróbico de la mitocondria se convierte en
radicales libres.
La figura anterior
muestra dos mitocondrias. La de la izquierda es joven y saludable, la de la
derecha está envejecida por acción de los radicales libres generados.
Los complejos I y II
absorben los electrones que provienen de los alimentos y nutrientes. Estos son
transportados a la ubiquinona (coenzima Q), donde se genera el mayor número de
radicales libres. La ubiquinona envía los electrones al resto de la cadena y al
complejo IV, donde al interaccionar con el oxígeno se formará agua. Todo este
flujo de electrones obliga a los protones (H+) a desplazarse hacia el complejo
ATP Sintasa, el cual utilizará la energía de los protones para sintetizar ATP.
Cuando los electrones
formados en este proceso salen de la cadena transportadora y se combinan con el
oxígeno circulante se forman los potencialmente dañinos radicales libres.
Como hemos señalado
anteriormente, estos radicales libres pueden dañar las proteínas, los lípidos y
el ADN celular. El ADN mitocondrial sufre un mayor daño por oxidación que el ADN
nuclear del mismo tejido. Es probable que sea más susceptible debido a que la
formación de los radicales libres es en la propia mitocondria, además de tener
en cuenta que el ADN mitocondrial no está protegido por las histonas, unas
proteínas que se unen al ADN del núcleo, y contiene una menor cantidad de
enzimas reparadoras.
Con el tiempo, el daño
mitocondrial comporta una disminución de la efectividad en la producción del ATP
y un aumento de la generación de radicales libres. Estos acaban no sólo dañando
el funcionamiento adecuado de la mitocondria sino también de otros orgánulos
celulares y, por ende, de la función celular global, de los tejidos y de los
órganos.
En la figura anterior
vemos un corte transversal de una célula tipo. Podemos apreciar la doble
membrana lipídica externa, las proteínas receptoras ubicadas en la misma, el
núcleo con el DNA en el interior celular, la mitocondria con su DNA y algunas
proteínas/enzimas en el citoplasma celular. Todas estas moléculas pueden dañarse
por la acción de los radicales libres.
Los organismos vivos
han desarrollado una serie de mecanismos a lo largo de la evolución para
combatir los radicales libres y bloquear así sus ataques oxidativos. Existe un
sistema antioxidante endógeno formado por enzimas como la superóxido-dismutasa (SOD),
el glutatión-peroxidasa y la catalasa). Algunos animales como el hombre, son más
longevos que otros, no sólo por tener un menor metabolismo basal menor y
pequeñas tasas de oxidación, sino también por las altas concentraciones
celulares de enzimas antioxidantes como la superóxido dismutasa (SOD).
Además de estas enzimas
existen otros antioxidantes que incorporamos a partir de la dieta como es la
vitamina C, activa en la fase líquida de la célula, o la vitamina E y el
beta-caroteno, que protegen a la membrana celular gracias a su carácter
lipofílico.
La mayor parte de los
antioxidantes los conseguimos a partir de la ingesta de vegetales y frutas.
Actualmente, debido al agotamiento de minerales en nuestros suelos, la recogida
anticipada de productos sin madurar, el almacenamiento con refrigeración, el
procesamiento industrial de los alimentos y nuestra propia preparación de los
alimentos al cocinar hacen que los niveles de vitaminas, minerales,
antioxidantes y fitoquímicos sean precarios y deficientes para alcanzar una
óptima salud. Además, con el tiempo, nuestro sistema de protección antioxidante
endógeno se ve perjudicado y se ha observado que la concentración de estas
moléculas se ve disminuida. Aquí es donde interviene la Nutrición Ortomolecular,
terapia que aporta soluciones naturales mediante la confección de una dieta
saludable y el acompañamiento de vitaminas, minerales, extractos de plantas y
otros principios activos altamente beneficiosos para la recuperación de nuestra
salud. Mediante la incorporación de alimentos ricos en antioxidantes y otros
compuestos fitoquímicos como frutas y verduras y evitando alimentos nocivos para
nuestra salud como grasas saturadas y toxinas químicas, ya estaremos dando el
primer paso hacia nuestro equilibrio. Además, los suplementos alimentarios
existentes nos aportan un amplio abanico terapéutico que nos protege eficazmente
contra el estrés oxidativo: tenemos los suplementos basados en vitaminas
antioxidantes como la vitamina E, la vitamina C o el beta-caroteno; los
minerales antioxidantes como el selenio, el manganeso, el zinc o el cobre;
extractos de plantas con principios activos con función antioxidante como es el
caso del Enzogenol (extracto de la corteza del pino de Nueva Zelanda: Pinus
radiata); extractos de vegetales como es el caso del Indole-3-carbinol (molécula
activa presente en las crucíferas); enzimas antioxidantes como la
Superóxido-dismutasa (SOD) y otras moléculas beneficiosas como el ácido alfa
lipoico (considerado el antioxidante universal).
Aunque se hayan
identificado algunos de los factores clave del proceso del envejecimiento
debemos tener en cuenta que existen otros muchos factores implicados que
desconocemos, así como el efecto de la sinergia entre ellos.
Un factor interesante
es el “reloj molecular”, mecanismo mediante el cual las células tienen un número
de veces limitado de replicación en los organismos complejos. En este mecanismo
los telómeros (secuencias de nucleótidos sin función codificadora situados al
final de los cromosomas) tienen un papel fundamental, ya que se acortan en cada
división celular y se cree, que cuando se encuentran en un determinado nivel de
acortamiento, se activan señales que detienen la división celular para dar paso
a los procesos de envejecimiento celular. La molécula L-Carnosina aparentemente
parece reducir el acortamiento de los telómeros y podemos incrementar la
aportación de la misma mediante suplementos basados en esta molécula.
Hasta el día de hoy se
conocen más de 100 genes que influyen en la longevidad. Aquí es donde entra en
juego el efecto de los nutrientes mediante el fenómeno conocido como
Nutrigenómica, que estudia la interacción entre la genética y la nutricón. Un
buen ejemplo de ello es la metilación que se lleva a cabo en el DNA, ya que la
incorporación de grupos metil en la secuencia genética permite a las
endonucleasas reconocer las áreas que deben reparar y así evitar errores de
transcripción. Se ha observado que la deficiencia de grupos metil en la dieta es
carcinogénica, promoviendo la proliferación celular anormal, inflamación y
degeneración. Los principales donadores metilos se llaman lipotrópicos y son el
ácido fólico, la betaina, la vitamina B6 y B12 y los aminoácidos metionina y
cisteína. La hipometilación está asociada con los efectos inflamatorios de la
homocisteína, efectos que pueden corregirse con una dieta rica en alimentos
protadores de grupos metil, así como también en un suplemento alimentario basado
en una adecuada concentración de vitamina B6, B9 y B12.
Debemos tener en cuenta
que los nutrientes funcionan sinérgicamente. El cuerpo humano es un sistema
complejo, jerárquico e interactivo, cualquier cambio biológico afecta a los
demás componentes del mismo sistema. Por esa razón es importante que el
nutricionista conozca las interacciones entre las moléculas y poder así escoger
las mejores formulaciones evitando provocar nuevos desequilibrios.
Un Nutricionista Ortomolecular debe examinar a cada uno de sus pacientes con
curiosidad, con atención, con detalle y exclusividad. Cada individuo reúne una
serie de características genéticas, bioquímicas, fisiológicas, que lo hacen
único. No debemos encuadrarlos en una patología declarada, no debemos darle un
tratamiento-tipo ya preparado. Debemos dar soluciones personalizadas para que se
optimice la calidad de vida de esa persona en concreto.
Para estudiar al paciente de manera global necesitamos conocer una serie de
datos que nos permitirán desarrollar una estrategia individual y apropiada, como
el historial de salud de sus familiares cercanos, los trastornos patológicos y
sus posibles causas, sus hábitos alimentarios detalladamente explicados, la
exposición a diferentes fuentes tóxicas en su día a día, su actividad física,
sus costumbres rutinarias, su estado de ánimo habitual y cómo le afectan sus
emociones, la existencia o ausencia de estrés y en qué grado le afecta, y un
largo etcétera. El diagnóstico se centrará en unos temas u otros según se vayan
descubriendo los terrenos de salud más susceptibles o desequilibrados. La
Nutrición Ortomolecular no sigue un patrón, no es una terapia mecánica, el
nutricionista experto debe orquestrar sus conocimientos para aportar la mejor
melodía terapéutica a su paciente.
Así, con una primera evaluación del estado de salud del individuo a tratar,
elaboraremos una dieta personalizada que se encauzará perfectamente a las
necesidades reales y carencias presentes. Junto a los nuevos hábitos
alimentarios aportaremos una recomendación de suplementos alimentarios que
optimizarán los resultados.
La Nutrición
Ortomolecular es el camino que nos conduce a la conquista de nuestro máximo
potencial de estado de salud, la tan anhelada salud óptima individual en un
momento determinado de nuestra vida. Gracias a ella ayudaremos a nuestro
organismo a eliminar las toxinas tanto de origen interno como externo,
potenciaremos nuestra capacidad natural de autocuración y autorreparación de las
estructuras celulares, incluido el tan delicado material genético, evitaremos
las mutaciones y otras alteraciones que pueden conllevar a la irrupción del
funcionamiento celular o a la apoptosis descontrolada. El envejecimiento es un
fenómeno natural con el cual debemos aprender a convivir emocionalmente, pero no
debe tomar las riendas de nuestro bienestar acelerando su proceso y dejando que
se acompañe de un sinfín de enfermedades crónico degenerativas y el tan temido
cáncer.
El nutricionista del
mañana es un profesional basado en conocimientos científicos bien documentados y
actualizados, consciente de la situación de salud mundial y especialmente
preocupado con las necesidades de cada uno de los pacientes que se presentan en
su consulta. Representa el eslabón entre la ciencia y la población, situación
privilegiada que le permite otorgar uno de los presentes más preciados de
nuestra existencia: salud! y para lograrlo debe utilizar el mejor pincel para
crear esta obra de arte: la nutrición ortomolecular basada en la medicina
preventiva.
“Si los médicos de hoy
no se convierten en los nutricionistas del mañana, los nutricionistas de hoy
serán los médicos del mañana” – Aleix Carrel, premio Nobel de medicina en 1912.
Sandra Farré Schneider
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