Comer
maíz transgénico Bt de Monsanto provoca grave enfermedad intestinal
AGROMODELO
CONTAMINANTE
Tomado de:
Los médicos de la
Universidad de Tanta, Egipto, demostraron que el maíz Bt destruye el
recubrimiento celular interno del intestino delgado en animales de
experimentación. Esto aporta una prueba contundente más a la inestabilidad
genética de los transgénicos y a la urgente necesidad de establecer el
principio precautorio sobre su consumo animal y humano.
Sebastián
García
Sábado 3 de
diciembre
Desde hace mucho tiempo en todo el mundo
hay una fuerte sospecha. Los alimentos transgénicos generan problemas de salud por sí mismos,
independientemente de su contenido de agroquímicos/tóxicos. Sin embargo hay una
carencia relativa de estudios de largo plazo que analicen su inocuidad. La
confesión de fe oficial de los estados colonizados por el agronegocio es que no
está comprobado el efecto nocivo de los transgénicos sobre la salud, forzando
artificialmente un supuesto consenso científico sobre su
inocuidad. De esta manera, son las mismas multinacionales del agronegocio las
que financian estudios de corto plazo y se amparan en ellos para avalar la
liberación del cultivo de transgénicos y su consumo tanto por animales como por
humanos.
Sin embargo, muchos trabajos sugieren que
los alimentos transgénicos desencadenarían reacciones inmunes, toxicidad hepato-renal en ratas de laboratorio
y cambios patológicos en órganos de cerdos.
Asimismo, el sistema gastrointestinal se vería afectado seriamente, los
animales envejecerían más rápidamente y sus órganos vitales resultarían dañados.
Desde hace muchos años, se conoce el
efecto negativo del propio transgén sobre el tracto digestivo de ratas. Las
ratas que se alimentaron con papas transgénicas desarrollaron, entre otras
afecciones, un crecimiento anormal de la mucosa del estómago lo cual fue
publicado por Ewen & Pustzai (1999) en la prestigiosa
revista The Lancet.
Para el caso del maíz, Monsanto
transformó maíces logrados por técnicas de mejoramiento genético tradicional
incorporando genes de la bacteria Bacillus thuringensis. Esta bacteria vive
normalmente en el suelo produciendo una potente toxina denominada “endotoxina
delta” que mata las larvas de insectos lepidópteros (como la Isoca del maíz) al
afectar fuertemente su intestino. Por este motivo, cultivos de B. thuringensis
se han usado como insecticidas para el control biológico de insectos desde
1938.
Monsanto (hoy propiedad de la alemana Bayer) incorporó al genoma del maíz
los genes Cry, que expresan la endotoxina delta de B. thuringensis,
transformando radicalmente su constitución genética.
Fue denominado MON810, uno de los maíces transgénicos más
utilizados en el mundo, que comercialmente se lo conoce como Maíz Bt. La
liberación de su cultivo fue autorizado para Argentina en 1998 y partir de ese
momento cada mamífero que come maíz Bt ingiere grandes cantidades de genes de
endotoxinas delta de esta mortal bacteria.
Recientemente, se ha publicado un nuevo
estudio experimental de mediano plazo (diseño de caso-control) que documenta
graves lesiones en el intestino delgado luego de consumir una dieta con 30% de
maíz transgénico Bt. Los autores Ibrahim & Okasha de la Facultad de
Medicina de la Universidad de Tanta, Egipto, describen los daños estructurales
muy graves en el intestino delgado a causa del consumo de maíz Bt. Las lesiones
van desde inflamación grave con infiltración de glóbulos blancos, producción
exagerada de mucus, vacuolización y muerte celular del epitelio intestinal,
hasta la erosión del recubrimiento celular interno del intestino delgado,
responsable de la absorción de los nutrientes. Este hallazgo es grave porque
podría provocar grandes hemorragias en grupos humanos vulnerables.
La delicada situación en la que se
encontró el intestino delgado de las ratas que consumieron 30% de su dieta en
maíz, se explica por el mecanismo de acción de las endotoxinas de los genes
Cry. Las endotoxinas delta abren “poros”, verdaderos agujeros en la membrana de
las células del intestino, lo que provoca que literalmente “exploten” las
células del intestino de las isocas. Esto es compatible con los hallazgos
patológicos que se detallan ya que otros estudios indican que estas endotoxinas
son resistentes a la digestión en mamíferos. El maíz Bt expresa las endotoxinas
delta en todo el cuerpo de la planta (incluyendo el polen y las semillas) y no
solamente en el tallo, por tanto los efectos descriptos pueden deberse tanto
por el consumo de endotoxina delta como por una nueva expresión de los
transgenes Cry que porta el grano de maíz.
Los resultados de este estudio demuestran
que, a pesar de los informes de inocuidad de los transgénicos que las empresas
del agronegocio presentan, el maíz Bt provoca cambios patológicos
significativos en el intestino delgado a diferentes niveles. Por primera vez se
revela que los alarmantes signos inflamatorios y hemorrágicos en el intestino,
compatibles con afecciones tales como “enfermedad inflamatoria intestinal” y
“enfermedad de Crohn”, son debidos al efecto de maíz transgénico Bt.
Según datos del Centro de Corredores y Agentes de la Bolsa de Cereales,
en Argentina, es a partir de la campaña 2003/04, que el uso de maíces
transgénicos (Bt) superó la mitad del área implantada (54%). Desglosando este
dato por provincia, donde mayor uso se hace de esta tecnología es en Córdoba,
con el 81% del área sembrada con transgénicos, seguido por la provincia de
Santa Fe (54% del área), Buenos Aires (48%), NOA (43%), La Pampa (41%), Entre
Ríos (34%), San Luis (30%) y la región del NEA (27%).
No es equivocado aceptar los diagnósticos
de la revista norteamericana Naked Food (Comida al desnudo) que describe “Los
alimentos transgénicos que contienen la toxina Bt llegaron por primera vez a
los hogares de los Estados Unidos en 1996. Entre los años de 1979 y 1998, el
número de personas que padecían la enfermedad de Crohn en los Estados Unidos...
fluctuó de 225 por cada 100 000 personas a 300 por cada 100 000 personas”. “En
2000, ese número aumentó a 375… (un 25% en dos años según cálculo propio a
partir de estos datos), y ha continuado aumentando desde entonces”.
Es así que debemos insistir en plantear
una revolución para la producción de alimentos vitales. Inicialmente dar lugar
a la inmediata aplicación del principio precautorio sobre el cultivo y consumo
de alimentos transgénicos. Además, debemos desarrollar una salida de fondo al
promover la producción agroecológica de escala, fortalecer realmente a las
organizaciones campesinas, fomentar su desarrollo, y socializar la tenencia de
la tierra lo que nos permitiría recuperar la población rural y las chacras
mixtas agroecológicas, aumentando el consumo de alimentos sanos, socialmente
justos, y ambientalmente sustentables.
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