"Ha sido un error recomendar la reducción de calorías ingeridas en forma de grasa"
Entrevista a: Jordi Salas-Salvadó
24 de junio del 2015
Tras haber participado
en el estudio que ha sacudido las recomendaciones dietéticas internacionales
para la prevención de la enfermedad cardiovascular, Jordi Salas Salvadó no se
conforma.
El catedrático de la Universitat Rovira i
Virgili, investigador principal del CIBERobn y reciente Premio Dupont de la
Ciencia, impulsa y coordina un trabajo orientado a descubrir el efecto de la
pérdida de peso y el ejercicio físico en la prevención de las patologías del
sistema circulatorio.
El primer Predimed,
coordinado por Ramón Estruch del Hospital Clínic, ha demostrado que la dieta
mediterránea tradicional es muy superior a una dieta baja en grasas en la
prevención de la enfermedad cardiovascular hasta el punto de haber levantado
una cierta polvareda en el ámbito científico…
Durante décadas desde instituciones tan prestigiosas como la American Heart Association se ha recomendado
una dieta baja en grasas para prevenir la enfermedad cardiovascular. Lo que
demostramos nosotros al comparar este tipo de dieta baja en grasa con la dieta
mediterránea tradicional es que esta última, con grasa de calidad como la del
aceite de oliva virgen o los frutos secos, reduce en un 30% los infartos de
miocardio, embolias cerebrales y las muertes derivadas por enfermedad
cardiovascular. De hecho, tuvimos que detener el estudio porque entre los tres
grupos estudiados había uno que tenía más muertes por estas causas.
Así que la ética modificó la trayectoria del trabajo…
"La
dieta baja en todo tipo de grasas se ha recomendado durante décadas para
prevenir el cáncer, la diabetes y la obesidad, enfermedades que han seguido
aumentando"…
Así es. Nosotros no
sabíamos en qué grupo se estaban produciendo esas muertes, porque era un ensayo
ciego, pero los miembros del comité científico asesor externo, formado por
expertos de distintas universidades y centros de investigación extranjeros,
recomendaron detener el estudio porque no era ético mantener la recomendación
nutricional al grupo que estaba registrando mayor mortalidad y privarles de los
resultados obtenidos en los otros dos. El
grupo que presentaba un 30% más de mortalidad era el que seguía la dieta baja
en grasas recomendada por la American Heart Association, que prohíbe las grasas
de todo tipo, tanto de origen animal como las de origen vegetal (incluido el
aceite de oliva y los frutos secos).
Ese tipo de dieta no solo se recomienda para las enfermedades cardiovasculares,
¿verdad?
La dieta baja en grasa de todo tipo
se ha recomendado también durante décadas para prevenir el cáncer, la diabetes
y la obesidad, enfermedades que han seguido aumentando.
¿Cómo se alimentaban los dos grupos del estudio que veían su mortalidad
reducida?
Ambos seguían una dieta mediterránea tradicional, con al menos dos raciones
diarias de vegetales (verduras y ensalada), de dos a tres frutas al día, tres
raciones semanales de legumbres, otras tres de pescado (al menos una de ellas
de pescado graso), carnes blancas en lugar de rojas, y utilizando el sofrito
como base de la cocina (tomate, cebolla, ajo y aceite de oliva) al menos dos
veces por semana. Además, a uno de los dos grupos se le suplementaba con aceite
de oliva virgen extra y al otro le dábamos 30 gr. al día de una mezcla de
frutos secos (almendras, avellanas y nueces).
¿Y qué hay del azúcar y las harinas refinadas?
Hay que pensar que el patrón dietético ideal es la dieta mediterránea de los
años 60 y ni los azúcares, ni las bebidas carbonatadas ni la bollería
industrial están dentro del concepto, como tampoco lo están las harinas
refinadas, las patatas fritas ni las mantequillas. La ingesta de carnes
procesadas como embutidos es muy pobre, y los lácteos típicos son el yogur y
algunos quesos de cabra, mientras que la leche y lácteos de vacuno quedan
fuera.
¿A dónde quieren llegar con el actual estudio?
"Nadie
ha podido demostrar aún que la pérdida de peso mantenida con ejercicio y dieta
saludable se traduzca en una reducción de la mortalidad"…
Predimed-Plus surge como una pregunta
sobre el anterior trabajo: ya hemos visto los beneficios de la dieta
mediterránea sobre la enfermedad cardiovascular, pero ¿qué ocurre si la
acompañamos de una restricción calórica y una pérdida de peso mantenida con
ejercicio físico? Por extraño que parezca, nadie ha podido demostrar aún que la
pérdida de peso mantenida con ejercicio y dieta saludable se traduzca con el
tiempo en una reducción de la mortalidad por enfermedad cardiovascular.
Estamos en un momento
de medicina basada en la evidencia y no podemos gastar recursos en promover
algo que no está demostrado, así que vamos a hacer el seguimiento de 6,000
personas durante 10 años para comprobarlo. La mitad de estas personas seguirá
una dieta mediterránea sin restricción calórica, mientras que en el otro grupo
intentaremos que pierdan peso con una dieta mediterránea hipocalórica y
ejercicio físico mantenido en el tiempo.
Muchos de los alimentos de la dieta mediterránea tradicional tienen efectos
antiinflamatorios.
"La
reducción del 30% de la enfermedad cardiovascular es equivalente a los
resultados conseguidos con estatinas"…
La reducción de la
inflamación es uno de los mecanismos por los que muy probablemente la dieta
mediterránea protege de la enfermedad cardiovascular, pues contiene
micronutrientes como fitoesteroles, antioxidantes y otras moléculas que junto
con las grasas monoinsaturadas de origen vegetal pueden explicar la mejoría de
la presión arterial y otros factores de riesgo cardiovascular. No hay que
perder de vista que la reducción del 30% de la enfermedad cardiovascular es
equivalente a los resultados conseguidos con estatinas, los fármacos comúnmente
utilizados para reducir el colesterol malo.
¿Cabe esperar nuevos resultados de los efectos de este tipo de alimentación
sobre otras enfermedades?
Hemos demostrado que la dieta
mediterránea tradicional previene la aparición de la diabetes, así como la
arritmia cardiaca, la enfermedad arterial periférica en las piernas y mejora el
síndrome metabólico, y en las próximas décadas vamos recabar más datos.
Otro dato importante
es que nunca es tarde para cambiar a un estilo de vida saludable: las personas
que participaron en el estudio tenían más de 55 años, y hemos visto que
modificando la dieta hacia un patrón más sano somos capaces de cambiar la aparición
de la enfermedad. Por otra parte, cuando se hace un estudio, no siempre todos
los resultados son los que uno esperaba a priori. Por ejemplo, no hemos podido
ver efectos positivos sobre la función renal o la osteoporosis con los datos
que tenemos, aunque tampoco hemos podido ver efectos negativos.
"No
importa tanto la cantidad de grasa como su calidad"…
El concepto de dieta
mediterránea parece despertar un cierto patriotismo nutricional.
¿Por qué nos hemos
desorientado tanto a la hora de seguirla?
Vivimos corriendo y no pensamos en comer y en cuidarnos. Hace 30 o 40 años, la
gente planificaba la compra todos los días y por ejemplo en Cataluña se sabía
que los jueves se comía paella, los lunes y miércoles legumbres, cuando no
pescado, y existía un equilibrio en la alimentación.
En cambio ahora vamos
a comprar una vez por semana, y como muchos alimentos frescos son perecederos,
acabamos tirando de cosas menos perecederas. Teniendo en cuenta que una lechuga
a los tres días tiene mala pinta y que las legumbres hay que ponerlas en
remojo… acabamos comiendo una lata de legumbres con la que ingerimos más sal ya
que es necesaria para conservarlas… comemos lo que podemos.
Y en la práctica clínica, ¿se le da a la alimentación el valor que realmente
tiene?
A veces es difícil que los descubrimientos científicos lleguen a la práctica
habitual, y en este campo hay mucha desinformación y mensajes contradictorios.
Tengo estudiantes de nutrición que piensan que las calorías de origen vegetal
engordan igual que las de origen animal. Y eliminando el aceite de oliva virgen
extra ya hemos visto que también eliminamos sus efectos beneficiosos sobre la
salud.
¿Podemos concluir que la grasa debe
dejar de ser la pesadilla de los que quieren bajar de peso?
"Lo
más fácil es tomar hidratos refinados que promueven el almacenamiento de
grasa"…
No importa tanto la
cantidad de grasa como su calidad. Durante muchos años se ha extendido a escala
internacional el mensaje de que hay que tomar poca grasa, también desde los
propios científicos. Al final una persona tiene unas necesidades calóricas, e
inconscientemente vamos buscando a lo largo del día las calorías que
necesitamos.
¿Y encontramos calorías de peor calidad?
Así es. Si no nos permitimos comer grasa de calidad, como la del pescado graso,
los frutos secos o el aceite de oliva virgen, vamos a acabar ingiriendo esas
mismas calorías en forma de hidratos de carbono.
Pero esos hidratos
difícilmente van a ser legumbres o cereales de grano entero: lo más fácil es
que acabemos tomando hidratos refinados como cereales de desayuno, pasta o pan,
que hacen subir la glucosa y producen picos de insulina que a su vez promueven
el almacenamiento de grasa. Para mí uno de los grandes errores de estos años ha
sido la recomendación de reducir las calorías ingeridas en forma de grasa.
Ni siquiera todas las
grasas saturadas son iguales, por ejemplo hay bastante evidencia de que la
grasa de los yogures protege de la diabetes. Hay que cambiar todo el patrón
dietético.
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